lunes, 20 de diciembre de 2010

La finestra de JJo

VENTANAS

Por Juanjo Bou

Tengo una ventana sin cristales. La encontré junto a una piscina sin agua. Había peces alrededor de la piscina saltando a la comba incesantes. Había gatos relamiéndose las patas. Por puro aburrimiento. Eran gatos vegetarianos. ¿Eran gatos vegetarianos por puro aburrimiento o por puro aburrimiento se relamían las patas? La ventana sin cristales se había recostado sobre una tumbona de madera noble y de tela a rayas rojas y azules. Según me confesó tras relamernos un par de vermuts cadascú, los cristales que la completaban, frágiles en su origen, los había perdido en una riña callejera en un barrio del este de la ciudad donde había estado falcada desde hacía quince años (exactamente desde que la habían fabricado) a la altura de un primer piso de una finca - la cual atesoraba una fachada señorial- que remataba en un chaflán. Tanta alcurnia para terminar mis días en una trifulca entre chavales, entre pedradas. Eso me dijo al borde de la piscina. ¿Has pensado en establecerte aquí forever young? ¿O quizás tu periplo no termina en este enclave decadente?, apetecible en cualquier caso, siempre y cuando no nos sorprenda la era glacial. Ante tal planteamiento la ventana se descubrió sincera con mi persona. Hazme tuya, me rogó, llévame allí donde nunca tu mirada deje de vislumbrar a través de mi alma el horizonte imaginado, ese deseado confundido, el alcanzable.

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